El servicio es una vocación en los hombres de buena voluntad. Llegó en un almendrón, uno de esos carros antiguos que el cubano en su idiosincrasia bautizó con tan peculiar nombre. Había ido, junto con un grupo de amigos, a recogerme para partir hacia Pinar del Río, a colaborar en la recuperación tras el paso del huracán Ian. Así conocí personalmente al Dr. Enrique Alemán Gutiérrez, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y líder del Proyecto Sociocultural Cabildo Quisicuaba, quien ha marcado con su ejemplo mi vida.
Con la manga a la altura del codo estibando cajas de alimentos, dialogando en un constante intercambio con los pobladores de varias comunidades pinareñas, en esa faena pude verlo por estos días.
“Esta es la obra de la Revolución, de Fidel, de Raúl, de Diaz-Canel, gracias a ellos estamos aquí”, expresaba. Nunca aceptó un reconocimiento a título personal en el viaje, y yo me preguntaba: "¿de dónde saca la energía para, pasadas casi 24 horas, seguir animándonos y dándonos una lección de fidelidad a la Patria?". Esa es la imagen que siempre he tenido de los valores de los héroes que me representan.
La vocación del servicio radica en el corazón. Ello impregna un alto compromiso de pasión y un espíritu entregado al deber con su pueblo y la Patria. Hoy, siento orgullo de tener entre mis amigos a este hombre, un servidor del pueblo.
Quedan muchas anécdotas por contar, risas y lágrimas compartidas... yo prefiero contar cómo, dondequiera que llegamos, se dibujaron sonrisas, repartió alegrías y contagió a todos con el calor que este criollo de Quisicuaba puede dar.
Gracias, Enrique, por existir...
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