Algunos criterios para reanimar la agricultura cubana. Incentivar maneras de encadenar producciones dentro de los propios municipios y con productores cercanos dentro de la provincia, no solo entre productores agrícolas, sino también entre estos y empresas y complejos agroindustriales locales y con el sector no agrícola, los TCP, pequeños negocios privados y cooperativas no estatales y estatal de la gastronomía y los servicios. Pagar más por las cosechas. Lo que paga el estado a los productores privados no les da para costear ni diversificar las producciones por lo que prefieren recurrir a los intermediarios privados y al mercado informal. Agilizar los pagos al productor. Eliminar los obstáculos burocráticos que impiden pagar las cosechas al instante de ser entregadas. Garantizar la transportación y distribución inmediata de las cosechas. Se pierden muchos productos y se afecta la calidad por esta causa. Mejorar los salarios y crear un sistema de estimulación adecuado y crear condiciones apropiadas para atraer el interés de las personas por integrarse a la producción agrícola en sus territorios. Elaborar políticas sociales de atención al sector rural que incentiven el sentido de pertenencia y el amor por los orígenes, raíces y costumbres campesinas. Buscar formas de detener las migraciones. Las poblaciones rurales están muy desatendidas y empobrecidas. Cuando vamos a cualquier pueblecito de campo hoy en día, nos encontramos que casi no hay jóvenes, todo está deteriorado o no funciona, las industrias y otras fuentes de empleo cerradas por falta de insumos e inversiones, reina el descontento y la decepción. Utilizar la ciencia y la técnica y la innovación no solo para mejorar la calidad y productividad de los cultivos, sino también para el enfoque social y la atención al hombre. Incentivar el intercambio de experiencias entre los productores. Los foros de ciencia y técnica son el marco apropiado para difundir las experiencias, pero los científicos e investigadores deben ir al campo a intercambiar con los productores, difundir los conocimientos. Crear bancos de conocimientos. No dejar a nadie al margen de esto e influir también en el sector privado. Luchar encarnizadamente contra los intermediarios especuladores, los que viven del sudor de los demás. Este es un sustrato social que ha creado un enjambre, un poder subyacente, que ejerce poder y trastorna las relaciones productor-consumidor, influyendo a su conveniencia sobre la oferta y la demanda. El Estado poco puede hacer ante esto, porque se ha deteriorado durante años la relación Estado-Productor, principalmente a causa de políticas de gestión inadecuadas en este sector, en muchos casos medidas impositivas, autoritarias y en conflicto con las realidades económicas. Hay que profundizar más en la divulgación y conocimiento de la Ley de Soberanía Alimentaría. Se repite mucho, pero dudo que muchas de los productores y también los consumidores comprendan la transcendencia y las implicaciones que realmente tiene y como puede impactar en nuestra vida y en la economía particular y nacional. Algo positivo que he leído recientemente es sobre las legislaciones del Ministerio de Tecnología y Medio Ambiente sobre el pago por los servicios ambientales. Trata sobre las emisiones de carbono a la atmósfera. Concretamente, si en una zona determinadas se hacen mediciones de concentración de carbono en el aire en diferentes fechas y se percibe disminución, se estimula monetariamente al productor. Está muy relacionado con el trabajo con los productores y las comunidades rurales y también con Ley de Soberanía Alimentaría. En todos los temas económicos debe estar implícito la protección del medio ambiente. Es bueno que se tenga en cuenta como parte de un programa para incentivar el sentido de pertenencia, el amor al trabajo y a la naturaleza en la población rural y en los productores.
Algunos criterios para reanimar la agricultura cubana.
Incentivar maneras de encadenar producciones dentro de los propios municipios y con productores cercanos dentro de la provincia, no solo entre productores agrícolas, sino también entre estos y empresas y complejos agroindustriales locales y con el sector no agrícola, los TCP, pequeños negocios privados y cooperativas no estatales y estatal de la gastronomía y los servicios.
Pagar más por las cosechas. Lo que paga el estado a los productores privados no les da para costear ni diversificar las producciones por lo que prefieren recurrir a los intermediarios privados y al mercado informal.
Agilizar los pagos al productor. Eliminar los obstáculos burocráticos que impiden pagar las cosechas al instante de ser entregadas.
Garantizar la transportación y distribución inmediata de las cosechas. Se pierden muchos productos y se afecta la calidad por esta causa.
Mejorar los salarios y crear un sistema de estimulación adecuado y crear condiciones apropiadas para atraer el interés de las personas por integrarse a la producción agrícola en sus territorios.
Elaborar políticas sociales de atención al sector rural que incentiven el sentido de pertenencia y el amor por los orígenes, raíces y costumbres campesinas. Buscar formas de detener las migraciones. Las poblaciones rurales están muy desatendidas y empobrecidas. Cuando vamos a cualquier pueblecito de campo hoy en día, nos encontramos que casi no hay jóvenes, todo está deteriorado o no funciona, las industrias y otras fuentes de empleo cerradas por falta de insumos e inversiones, reina el descontento y la decepción.
Utilizar la ciencia y la técnica y la innovación no solo para mejorar la calidad y productividad de los cultivos, sino también para el enfoque social y la atención al hombre.
Incentivar el intercambio de experiencias entre los productores. Los foros de ciencia y técnica son el marco apropiado para difundir las experiencias, pero los científicos e investigadores deben ir al campo a intercambiar con los productores, difundir los conocimientos. Crear bancos de conocimientos. No dejar a nadie al margen de esto e influir también en el sector privado.
Luchar encarnizadamente contra los intermediarios especuladores, los que viven del sudor de los demás. Este es un sustrato social que ha creado un enjambre, un poder subyacente, que ejerce poder y trastorna las relaciones productor-consumidor, influyendo a su conveniencia sobre la oferta y la demanda. El Estado poco puede hacer ante esto, porque se ha deteriorado durante años la relación Estado-Productor, principalmente a causa de políticas de gestión inadecuadas en este sector, en muchos casos medidas impositivas, autoritarias y en conflicto con las realidades económicas.
Hay que profundizar más en la divulgación y conocimiento de la Ley de Soberanía Alimentaría. Se repite mucho, pero dudo que muchas de los productores y también los consumidores comprendan la transcendencia y las implicaciones que realmente tiene y como puede impactar en nuestra vida y en la economía particular y nacional.
Algo positivo que he leído recientemente es sobre las legislaciones del Ministerio de Tecnología y Medio Ambiente sobre el pago por los servicios ambientales. Trata sobre las emisiones de carbono a la atmósfera. Concretamente, si en una zona determinadas se hacen mediciones de concentración de carbono en el aire en diferentes fechas y se percibe disminución, se estimula monetariamente al productor. Está muy relacionado con el trabajo con los productores y las comunidades rurales y también con Ley de Soberanía Alimentaría. En todos los temas económicos debe estar implícito la protección del medio ambiente. Es bueno que se tenga en cuenta como parte de un programa para incentivar el sentido de pertenencia, el amor al trabajo y a la naturaleza en la población rural y en los productores.